Así han bautizado mis hijas a las mascotas de la casa, dos pequeñas tortugas acuáticas. Ayer fuimos a por ellas después de mucha insistencia por su parte.
Para ser totalmente sincera, tengo que deciros que no soy partidaria de tener animales en casa que, una vez pasadas la ilusiones iniciales, luego sólo nos van a dar trabajo a los padres. ¿Egosita? No. Realista, aunque en honor a la verdad y dándoles un voto de confianza, creo firmemente que ellas se harán cargo de estas pequeñas tortugas.
Yo, por mi parte, me comprometo a proporcionarles el mejor hogar que me pueda permitir... y los mejores cuidados.
A las dos les gustan los animales pero sobretodo a la más pequeña a quien unos le hacen correr como una loca -abejas e insectos varios- y otros sacan su lado más cariñoso.
Fotos: Con encanto